*Cesar Ancalaf Tragolaf
Participación, es el concepto ampliamente utilizado casi como una receta de un libro de cocina, sin embargo, muy difícil de plasmar de manera efectiva; más aun, cuando esta participación se entrecruza con la necesidad de relacionarse con población indígenas. Al amparo del derecho internacional, existe para la sociedad indígena, la posibilidad de incidir en los acontecimientos políticos nacionales; más aun, si éste derecho se encuentra consagrado en la legislación internacional, y ratificada por el estado nacional (convenio 169 OIT). Pero así como es la oportunidad de los pueblos indígenas, es también para el país y sus instituciones, la gran oportunidad de abrirse a la posibilidad de generar una instancia de diálogo democrático con los indígenas del territorio, los mapuche.
Éste dialogo democrático, debe estar basado en la participación, herramienta eficaz para lograr desarrollo integral. Las instituciones, requieren de voluntad para entender cual es la mejor manera de acompañar a los habitantes de dicho territorio, acompañar sin imposiciones, si no, poniendo a su disposición las herramientas para que cada territorio se permita soñar. Muchas veces se comete el error de llevar soluciones a las personas, sin que éstos hayan siquiera identificado y definido el problema que les afecta. Esta actitud, genera dependencia y ausencia de compromiso de parte de los asistidos, generando un círculo vicioso con altos costos para el erario fiscal o patrimonio de empresas, ésta situación se repite en educación, salud, habitacional, etc. Podemos mencionar por ejemplo, la política de entrega de tierras a las comunidades mapuches.
Es sabido hoy, el cuestionamiento que existe desde diversos sectores a la política de entrega de tierras a Comunidades, terrenos que no han sido productivos, ya sea por falta de asesoría técnica, créditos, etc. Viéndose éstos gastos como despilfarro de dinero; ahora bien, pudiendo estar o no de acuerdo con ésta idea, se hace imprescindible analizar el trasfondo de dicha política de entregar tierras; tal vez, las demandas de las comunidades no estaban relacionadas con la necesidad de adquirir terreno, si no con la idea de contar con un espacio territorial, que va más allá de la propiedad material de un terreno, y que encierra en si mismo el sentido de pertenencia socio cultural y política a un espacio determinado y particular; que le da identidad y le permite proyección, sin ser éste espacio considerado como un estado independiente, sino simplemente un lugar de características sociales que lo hacen diferente a otros. Siguiendo en ésta misma lógica, el concepto de espacio territorial, encierra dimensiones económicas, socioculturales y religiosas; entonces, la política de entregar tierra a las comunidades, sin considerar el concepto de espacio territorial solo reconoce la dimensión económica, dejando de lado las dimensiones socioculturales y religiosas. Las familias mapuches, no solo requieren de un espacio para el desarrollo de actividades económicas, sin vincularse con los elementos espirituales y culturales; para los ancianos y sabios mapuches, es aun de mayor importancia contar con el respeto y valoración de los sitios de significación cultural y religiosa, sean estos naturales o creados, como los cerros Xeng Xeng, menoko, nguillatuwe, palituwe o rukawe . Entonces, ante de dar continuidad a la política de entrega de tierras o el cuestionamiento de la misma, las autoridades políticas deben primero, acercarse a las comunidades, escuchar a las autoridades tradicionales y trabajar no solo las demandas, ya que estas nos limita en extremo, si no, a enfocarse en las propuestas de la gente mapuche.
Las demandas nos pueden indicar que las familias requieren tierras, y se compran tierras para su traspaso sin preocuparnos, cual es la visión de aquellas personas, su vinculación con el medio y su participación en la estructuración del tejido sociocultural. Las propuestas en cambio nos indicarán cual es la vocación integral del territorio, la vinculación con el entorno mediato e inmediato en su relación con sus pares. Permite abordar las dimensiones socioculturales, económicas y espirituales de manera integral.
Cuando hablamos de participación, debemos diferenciar entre participación mediática y participación efectiva. La primera, es la acción mas recurrida por quienes se han relacionado con comunidades mapuches, donde las comunidades son meras receptoras de ideas o si no, deben aprobar o desaprobar ciertas ideas o prácticas, sin que dicha aprobación o desaprobación sea vinculante con la acción que finalmente se llevará a cabo; en la segunda en cambio, la población participa de manera activa en el diseño de las acciones a desarrollar.
Cuando se trabaja un territorio con un objetivo, sea éste social, económico, o de cualquier otra índole, se debe apelar a la participación activa de su población y para ello, el equipo que sea invitado a trabajar, debe tener claridad de sus limitaciones, por ejemplo, el desconocimiento del lugar, de la idiosincrasia de sus habitantes, de los sueños y desafíos de su gente, etc.; debe entonces, generar las confianzas necesarias para desarrollar su trabajo; Debe saber escuchar y valorar el conocimiento local y permitir que sean sus habitantes, quienes decidan lo que quieren ser y no aquello que los externos antojadizamente o inocentemente quieren.
Esto implica necesariamente, acudir donde aquellos que duermen, crían, aman, odian con el problema a cuesta, ya que son ellos y ellas precisamente, quienes de mejor manera pueden graficar y definir sus necesidades y proyectar su existencia. Si se logra esta práctica, entonces tendremos la mitad del problema resuelto.
Una vez definido el problema, recién ahí debemos generar la instancia para buscar en conjunto con el territorio, las posibles soluciones. El “experto”, sea éste profesional, representante institucional, etc. deberá solamente actuar como guía del proceso y no como un recetólogo.
Obviamente este es un proceso largo que muchas veces se contrapone con la necesidad de cumplir metas, tales como procesos de certificación internacional en el caso de empresas productivas-exportadoras, o con la obligación de poner dinero circulante en el caso de las instituciones públicas y en definitiva, con la necesidad de gastar el presupuesto que a nivel central o gerencial se asigna a petición de las propias instituciones.
Es aquí entonces cuando debemos hacer reflexión sobre cuál es el objetivo central como institución/organización, analizar la misión y visión institucional/corporativa y finalmente, contrastar la vocación por el desarrollo territorial, analizando cual es el foco del trabajo institucional/corporativo, preguntándonos si nuestra vocación es ¿el gasto o la inversión?. En estricto rigor, si queremos mejorar la política indígena y la política social en general, debemos necesariamente hacernos esta pregunta; y las respuestas son muy simples, a saber: el gasto implica que se dispone de recursos que se usan para paliar ciertos costos, sin tener o pretender de ellos retornos. Desde este punto de vista, el gasto se transforma en una pérdida contable, afectando negativamente el patrimonio.
En la inversión en cambio, se dispone de los recursos, y la utilización de ellos busca generar retornos. Sean estos retornos materiales, monetarios, sociales, etc. Según el economista Tarrago Sabaté, "la inversión consiste en la aplicación de recursos financieros a la creación, renovación, ampliación o mejora de la capacidad operativa de la empresa”. Los elementos centrales de ésta definición son tan válidos para una gran empresa, una mediana (PYME), la familia o el mismo Estado.
Entonces, es necesario que los programas de desarrollo sean vistos como un plan de acción a largo plazo, donde se trabaje de manera integral, desde la raíz, y las instituciones y sus representantes sean guías de procesos, donde los arquitectos del desarrollo sean los propios habitantes del territorio.
No podemos ni debemos llevar soluciones, sino procesos metodológicos que les permita a los habitantes del territorio Mapuche, descubrir y diseñar soluciones; En estricto rigor, enseñar a pescar y no dar el pescado. Debemos preocuparnos de la capitalización social, pues solo así nos permitirá generar desarrollo endógeno.
La participación entonces, no es otra cosa que generar coexistencia, valoración del otro, diálogo horizontal. Hacer exactamente lo que hace la naturaleza de manera habitual, desarrollar procesos.
Las ideas preconcebidas de lo que son o deben ser los indígenas en general y el mapuche en particular, es lo que hoy ha generado descontentos sociales expresados mediante diversos hechos y, con métodos no reconocidos socialmente, y me atrevo a decir que es la causa de la extrema pobreza en la que se encuentran las comunidades mapuches.
Existe hoy por hoy, un dogmatismo extremo respecto de la cosmovisión mapuche, actitud que lleva a justificar ciertas prácticas obligando a las comunidades a vivir según lo hacían hace 100 0 200 años, donde las circunstancias eran distintas a las actuales y por ende, las prácticas. La cultura mapuche, por ser una cultura viva tiene el derecho, hoy negado por algunos sectores, a ser, vivir y actuar de acuerdo a las nuevas realidades del entorno. La cultura mapuche por si es vanguardista, así lo demuestra ya en el siglo XVI al enfrentarse al ejército español, donde hace uso de la tecnología y se apropia de las herramientas tecnológicas españolas, adoptando y haciéndolas en sus manos un arma letal. El pueblo mapuche adoptó el caballo, recurso tecnológico de aquel tiempo, el cual despojó de aquellas cosas para ellos inútiles y lo adecuo a sus requerimientos, diga usted, ¿si esto no es utilización de estrategias?; efectivamente, el caballo no le pertenecía al pueblo mapuche, sin embargo lo adopta, le quita la montura y las protecciones metálicas y lo hace más dócil y veloz, introduciendo una nueva forma, como lo fue la infantería montada.
La estrategia surge de analizar la nueva realidad a la que se ve expuesta, ésta adecuación a su estilo de vida no cambio su cosmogonía, su propia forma de ver y entender la vida y el mundo, no cambiaron los elementos fundacionales de su filosofía, solo adopto un nuevo elemento hasta ahora desconocido y lo adecuó para lograr sus propios fines. Otro mérito de los mapuches de aquel siglo, que hoy se debe observar con destreza e inteligencia, es la capacidad de querer descubrir y conocer al otro hasta ahora por ellos desconocidos, y para lograr ese fin, utilizaron estratégicamente a sus jóvenes, quienes fueron preparados para conocer ese otrora mundo desconocido y así, mediante éste nuevo conocimiento mejorar la efectividad de sus acciones.
Los jóvenes mapuches de aquel tiempo, no generaron la aculturación o la pedida de la identidad, sino por el contrario, mediante el conocimiento adquirido mejoraron sus propias estrategias de resistencia. De la misma forma hoy, si la cultura mapuche quiere permanecer vigente, debe preparar a las nuevas generaciones con conocimientos técnicos y científicos que les permita diseñar estrategias de permanencia. Debe adoptar el desarrollo tecnológico, debe adoptar conceptos, debe adoptar el mercado y no adaptarse al mercado, eso quiere decir que debe condicionar al mercado para sí, así como condicionó al caballo en otro siglo, debe hacer de la cosmovisión no una mera información romántica, sino una verdadera herramienta de gestión.
Cuando las instituciones, los gobiernos y sus funcionarios entiendan y apliquen esta visión, entonces podremos decir, que algo hemos avanzado en el respeto hacia nuestros pueblos indígenas.
“por favor Déjennos ser nosotros, no nos intervengan, déjennos soñar y construir nuestros sueños, no nos interrumpan, solo acompáñennos” son las palabras que más se escucha por estos días, y es la más bella invitación que en 200 años no se ha sabido escuchar.
Monday, June 27, 2011
La Participación Indígena En El Diseño De Políticas De Relacionamiento Con Pueblos Indígenas
Monday, May 17, 2010
Política Indígena. ¿Gasto o Inversión?
Hace algunos días un alto dirigente político me preguntaba mi opinión respecto a la política indígena y, especialmente, su vuelco hacia el apoyo microempresarial indígena, deambulé en alguna respuesta, divagué en otras, y finalmente creo haber acertado en la respuesta, que no fue sino una contra pregunta a mi interlocutor, ¿donde crees, se pondrá el énfasis? ¿En el gasto o la inversión?
Si queremos mejorar la política indígena y la política social en general, debemos necesariamente hacernos esta pregunta. Y las respuestas la verdad son muy simples, a saber: el gasto implica que se dispone de recursos, se usan para paliar cierto costo, sin tener o pretender de ellos retorno, sino más bien, se transforma en una pérdida desde el punto de vista contable, afectando negativamente el patrimonio, en éste caso el patrimonio nacional. La inversión en cambio, se dispone de los recursos, y la utilización de aquellos recursos busca generar retorno.
Es decir, generación de nuevos recursos ya sean materiales, monetarios, sociales, etc. Según el economista Tarrago Sabaté, dice que "la inversión consiste en la aplicación de recursos financieros a la creación, renovación, ampliación o mejora de la capacidad operativa de la empresa”. Ahora bien, el Estado no es ni puede ser concebida como una empresa, eso no está en discusión, pero los elementos centrales de la definición son tan válidos para una gran empresa, mediana, pyme, familia o el mismo estado.
Clarificados los conceptos, ahora nos adentraremos en el análisis de los programas sociales implementado por el Estado hacia el mundo mapuche. Podemos analizar cualquier política social implementada en Chile y que estén o no vigentes en la actualidad y nos encontraremos ante la misma lamentable realidad, donde, si bien los objetivos nos llevan a pensar en inversión, en la práctica esta no es sino un gasto, menciono como ejemplo básico, la entrega de elementos materiales, sin poner mayor atención en el sentido de aquel gasto; de que nos sirve construir un galpón para almacenamiento, si no cuento con productos que almacenar o si bien, tengo una alta producción, pero no tengo donde comercializar la producción; seguramente esta mirada objetiva, también la tenga el técnico que trabajó es la implementación de dicho proyecto, la institución financistas, los evaluadores, la sociedad en general. ¿Entonces qué ocurre? Si estamos todos de acuerdo, de que ese es el problema ¿Por qué no actuar?, será que nos sentimos cómodos haciendo las cosas de manera mecánica, sin poner mayor esfuerzo, unos en el diseño, otros en la ejecución, y así sucesivamente, transformándonos en cómplices de las malas prácticas, considerando lo mínimo como máximo, en la calidad de los servicios. Digo que todas las políticas sociales se han transformado en gasto, porque el enfoque que se le entrega está vinculado al “correcto” uso de los dineros aportados, la preocupación principal de las instituciones mandantes, está en que si, la propuesta dice, que se gastará $1 peso para adquirir un elemento x, se gaste en aquello, pero no es ese el elemento significativo, y no digo que no sea importante, pero más importante aún, es cuál es el sentido de aquel productos adquirido, es decir, no olvidar que lo más importante no es preguntarnos en el que, sino en el para qué.
Ahora, siendo sinceros, será posible pensar en el para qué, si los programas que se ejecutan no tienen sustento técnico en el tiempo y solo obedecen a programas de corto plazo, con una duración de 1 año, algunos meses, y siendo el programa de apoyo técnico totalmente insuficiente en el tiempo. Claro que no, no es posible generar un plan de trabajo que tenga impacto significativo, con un programa de 1 año o menos.
Entonces, es necesario que los programas sean vistos como un plan de acción a largo plazo, mínimo de 4 años, donde se trabaje no solo la construcción o la compra de bienes, sino antes de ello, poder respondernos según diagnóstico, con quienes, cómo, cuando, donde, para recién llegar a la especificidad del “qué” comprar. Y necesariamente debemos sumar, el compromiso profesional del equipo ejecutor de dicho plan de acción.
No solo preocuparnos de la capitalización económica, sino es más importante aún, la capitalización social, pues solo ello nos permite generar desarrollo endógeno. Entonces ahora, puedo responder a mi amigo político y decirle que, es necesario que no se haga más de lo mismo, y el cambio por el cual la gente votó se haga carne, en concreto y hablando de política indígena, significa no solo entregar tierra, sino un plan de desarrollo productivo, con recursos, asistencia técnica, evaluación; significa no seguir construyendo galpones para almacenar papas, sino buscar mercados para que esa producción tenga rentabilidad; no seguir financiando colmenas, sino entregar asesoría y asistencia técnica especializada, en producción y gestión, no solo subsidiar semillas y fertilizantes, sino también buscar mercado, no solo plantar pino y eucaliptus, sino optimizar los recursos naturales, dar valor agregado, generar un productos de excelencia, con un mercado seguro, solo así, lograremos que las familias mapuche salgan de la pobreza, y así dejaremos de hacer gastos para dar el salto a la inversión.
Thursday, March 11, 2010
El Regreso de Xeng Xeng y Kay Kay Vilu
El 27 de febrero fuimos sorprendidos por un extremo movimiento telúrico mientras muchos dormíamos plácidamente, la fuerza de la naturaleza nos dejó impávidos al ver la magnitud de los destrozos ocurridos, los daños a la propiedad y los damos y secuelas psicológicas post terremoto, efecto que seguramente veremos con mayor notoriedad así transcurran los días, aun no habíamos salido de la impresión por el fuerte sismo cuando nuevamente fuimos sorprendidos pero esta vez por la acción desnaturalizada de muchas personas, aquellos saqueadores de tiendas comerciales que robaban plasmas, refrigeradores, televisores y muchos otros electrodomésticos y también otros saqueadores que están aun más en el anonimato, me refiero a aquellos que en nuestros barrios y poblaciones osaron subir los precios de los productos, más de mil pesos una vela, bebidas más caras, el fuerte alza en la harina cruda para hacer el pan, tan escaso por esos días, pero también permitió ver y conocernos como somos como sociedad, como vecinos, familia, tal vez para muchos esta fue la instancia para reencontrase con los suyos, los amigos, la familia.
Hubo también comerciantes de pequeños locales que no dudaron en regalar mercaderías, fui testigo de cómo los niños de la Villa García Hurtado de Mendoza en Cañete (donde vivo) fueron felices comiendo helados que el vecino “Leo” dueño de un pequeño almacén les regalaba; la acción de aquel vecino y la acción de muchos a través del país muestra también que vivimos en un lugar donde aun existe cariño por los demás y es lo más destacable de todo esto.
En mi cultura existe el relato de Xeng Xeng y Kai Kai Vilu, graficadas en dos enormes culebras que luchan, una habitante de las profundidades de los océanos y otra habitante de los cerros más altos, y que a la vez es un lugar de refugio para las familias de zonas costeras, pero lo significante aquí no es la lucha en sí, si no las razones por las cuales esta sucedió, cuando niño escuché este relato y allí mis mayores decían que esto había ocurrido porque la gente de aquel tiempo vivía sin darle un sentido a la vida, actuaban egoístamente, vivían aferrados a lo material, ya no pensaban en el otro, no existía respeto ni a las personas, ni a la naturaleza, ni a los espíritus, las personas se preocupaban solo de ellos, su vida se estaba yendo entre el afán por lo material y el logro personal a cualquier precio olvidándose que todos estamos en esta tierra y en este estado por una razón, con una misión y que eso es lo que le da sentido a nuestras vidas, me decían mis mayores que en esos tiempos la gente ya no hablaba mapudungun (chedungun), no realizaba rogativas, se habían olvidado de lo espiritual y creían en sus propias capacidades, ya no había comunicación, la palabra se estaba extinguiendo como se acaba el fuego sino es alimentado y como se extingue la voz cuando el corazón deja de latir …. Entonces, escuchaba yo, ocurre la lucha entre Xeng Xeng y Kai Kai, ocurre una lucha tan fuerte … que muy pocos se salvaron, pero su objetivo no era la destrucción completa si no la necesaria reconstrucción, no material, más bien espiritual, una reconstrucción humana, la naturaleza nos hace una invitación, nos saca de nuestros afanes personalistas, egoístas y nos invita a detenernos en el tiempo, dejar nuestro trabajo y estar más tiempo con los nuestros, nos invita a ser más amables, solidarios, a comunicarnos más, nos invita a abrazarnos a darnos cariño, a decirle a los hijos, padres, hermanos un te quiero sincero; nos invita a acordarnos que no somos dioses, que no somos todo poderosos, que somos débiles y que todos nosotros estamos compuestos de dos elementos uno físico (material) y otro espiritual (no material).
Desde aquel 27 de febrero, las comunidades mapuche de distintos sectores han realizado rogativas y seguirán realizando, para mí ha sido maravilloso ver a niños, jóvenes, adultos, estar junto a los Longko y machi rogando, hablando mapudungun, viviendo una nueva oportunidad para reconstruir la cultura.Acá se comienza a